Luz Carmen Vargas
Son las 9 de la mañana, la Iglesia de la Santa Cruz en una de las calles del pleno centro de Madrid, Atocha 6, abre sus puertas para recibir a los primeros fieles devotos al santo de los imposibles: San Judas Tadeo. A los pocos minutos la fila se ha alargado hasta la acera. Los comerciantes de estampas, novenas, rosarios, pulseras, veladoras comienzan su labor comercial. La gente aguarda con paciencia el momento de poder encontrarse frente a la imagen de su santo intercesor a quien acuden cuando la esperanza parece haberse agotado en todos los recursos humanos posibles, es entonces cuando "La Fe" se convierte en su única esperanza para lo imposible o difícil. Desde largas enfermedades, problemas económicos, separaciones, conseguir un trabajo, las peticiones son muchas y variadas, todas con una característica en común: una aflicción tan grande que la vuelve imposible de solucionar en nuestro mundo terrenal.
San Judas Tadeo, propagó y sufrió por la defensa de esta fe, le cortaron la cabeza con un hacha por no ceder ante la presión de adorar a otros ídolos. Carga también consigo una consigna por llevar el mismo nombre que el traidor de las 30 monedas, Judas Iscariote, la realidad salta a la vista: uno obra milagros de causas imposibles y otro es el traidor a Jesús de Nazaret vendiéndolo por 30 monedas de plata para ser enjuiciado por el Sanedrín.
San Juditas, como cariñosamente lo llaman en México, recibe en aquel país cada 28 de octubre una fiesta en su honor llena de agradecimiento a los favores recibidos: mariachis, tamales, flores, cohetes, misas, engalanan las capillas edificadas en su honor.
En España esta devoción no está aún tan arraigada. Sin embargo, en la iglesia de la Sta. Cruz se ha ido extendido a respuesta de los favores recibidos. Cada día se invoca su oración al finalizar la misa de mañana y tarde. El fervor religioso de gente madrileña y extranjera es notorio. Me siento en la banca frente a la imagen de San Judas Tadeo, la misa de 9 am esta al comenzar, una mujer de avanzada edad de raíces indígenas se acerca a la imagen en compañía de su hija, sus rasgos y vestimenta la impregnan de una estampa única, rememora en mi la fe de un pueblo autóctono. Acto seguido coloca con profunda devoción su mano sobre el pie del santo, mientras sus ojos y boca se sincronizan para pronunciar mentalmente su pedimento. "La fe de los sencillos" según los teólogos, la fuerza que mantiene viva en gran parte las tradiciones católicas.
ORIGENES DE JUDAS TADEO
San Judas Tadeo nació probablemente en Séforis, provincia de Galilea, población cercana a Nazaret. Era hijo de Cleofás y María. Cleofás era hermano de San José y María, prima de la Virgen; por lo cual, Judas Tadeo era primo de Jesús por ambas líneas. Judas era además hermano de otro apóstol, Santiago el Menor, que fue el primer obispo de Jerusalén. Tenía otros dos hermanos, Simón y José. Su hermano Simón fue el segundo obispo de Jerusalén.
Antes de seguir a Cristo, trabajaba de agricultor.
Los evangelistas San Mateo y San Marcos, dan a San Judas el décimo lugar entre los miembros del sacro colegio, y le añaden el sobrenombre de “Tadeo” y de “Judas” para distinguirlo del traidor. Tadeo significa “hombre intrépido, generoso”. En la antigüedad, el apodo correspondía a la forma de ser de la persona.
A San Judas, se le representa con una libro en la mano izquierda que es la epístola que el mismo escribió y que se encuentra entre los Libros Sagrados de la Biblia. La escribió en Palestina, antes de su ida a Persia, y está dirigida a los judíos convertidos al cristianismo, en forma de exhortación moral.
El hacha que sostiene en su mano derecha, es símbolo de su cruento martirio. La llama sobre su cabeza representa su fe y celo ardiente.
En la última cena, cuando Jesús le hablaba tan claro sobre los misterios de su Padre y del Reino, Judas Tadeo le preguntó: “Señor, ¿por qué te manifiestas a nosotros y no al mundo?”. Jesús le respondió: “cualquiera que me ama observará mi doctrina, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos mansión dentro de él”. (Jn. 14, 23).
Oración
Oh glorioso Apóstol San Judas Tadeo, siervo fiel y amigo de Jesús,
el nombre del traidor ha sido causa de que fueses olvidado de muchos,
pero la Iglesia te honra y te invoca como patrón de las causas difíciles y desesperadas.
Ruega por mí para que reciba yo los consuelos y el socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos,
particularmente (hágase la petición), y para que pueda yo bendecir a Dios en tu compañía y con los demás elegidos por toda la eternidad.
Yo te prometo, Apóstol bienaventurado, acordarme siempre de este gran favor;
Jamás dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector
y de hacer todo lo posible para propagar tu devoción.
Amén
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